El regreso a su patria

1· El regreso del guerrero

2· Regimiento de Granaderos a Caballo

3· La Logia Lautaro

4· El Combate de San Lorenzo

5· El Primer Triunvirato y la Asamblea del año XIII

6· El Gobernador de Cuyo

7· El Catolicismo de San Martín

8 · El Congreso de Tucumán


1· El regreso del guerrero

San Martín encontró en Londres a los jóvenes argentinos Manuel Moreno y Tomás Guido, que acababan de llegar de Buenos Aires como secretarios de don Mariano Moreno, fallecido en le mar; los que por este contratiempo sentíanse un poco entristecidos en medio de las esperanzas patrióticas que comenzaban a nacer. Ambos le relataron los sucesos del 25 de Mayo, ocurridos el año anterior, y aludieron a los primeros síntomas de división que ya minaban el partido de la independencia. Todo ello acrecentó en San Martín el propósito de partir cuanto antes y aceleró entonces las diligencias del viaje, tomando pasaje en la fragata inglesa George Canning, que debía zarpar del Támesis en esos días.

En Enero de 1812 embarcó a bordo de la fragata rumbo a Buenos Aires. Viajaba acompañado de Zapiola, Chilabert, Holmberg, Arellano, Vera y Carlos de Alvear.

El 25 de Febrero cumplió 34 años a bordo, y volvió a pensar en Yapeyú. Cincuenta días duró el viaje.

El Lunes 9 de Marzo de 1812, la fragata inglesa ancló en Buenos Aires y tajo de vuelta a José de San Martín. El niño que se había ido a España 27 años antes, regresaba convertido en un militar de prestigio y alentado por un solo propósito: lograr la independencia de las provincias Unidas del Río de la Plata.

El Triunvirato le reconoció el grado de Teniente Conronel de Caballería, “por sus méritos, servicios y conocimientos militares” en un decreto sellado con las armas reales que aún se usaba; y cinco días después le era concedido el mando del escuadrón de Granaderos a Caballo, cuya creación y organización fue su primer responsabilidad.

El Regimiento de Granaderos a Caballo se acuarteló en Retiro, lugar que desde 1702 fue mercado de esclavos y más tarde Plaza de Toros, y que después de las Invasiones Inglesas se le llamó Campo de la Gloria o Campo de Marte.

2· Regimiento de Granaderos a Caballo

Comandante entonces del primitivo cuerpo, contó entre sus oficiales con: Manuel Escalada, Hipólito Bouchard, Manuel Soler, Luis de Arellano, Rufino Guido, Juan Manuel Blanco, Carlos Bowness, Mariano Necochea, entre otros; casi todos ellos realizaron después hazañas memorables en la epopeya continental.

Aquel cuerpo formado por San Martín, dio a América 19 generales y más de 200 jefes y oficiales, todos ascendidos desde los primeros grados en acciones de guerra.

El mismo elige a sus cadetes y soldados: aquellos los toma de las mejores familias porteñas y a estos de entre los jinetes de la pampa. Así vienen a buscar su magisterio, adolescentes como Juan Lavalle, que llegará con su carrera hasta el Pichincha y más tarde hasta el generalato, cuando en lucha contra la tiranía de Rosas muere por la libertad civil de su país. Así vienen a sus filas gauchos mocetones, prefiriendo de entre todos a los más altos, a los más valientes y a los más airosos; se le entregan desaliñados y toscos, y el los transfigura en estampa y animo. Difunde en la tropa el espíritu hidalgo de la oficialidad.

3· La Logia Lautaro

El distinguir entre la acción individual y la acción colectiva es fundamental, como punto de partida histórico.

Cuando en 1812 llega a Buenos Aires, San Martín y Alvear, tenían ideas muy definidas y junto a Julián Alvarez fundaron la Logia Lautaro. Esta tenía un objetivo de acción política definido, y su existencia finalizaría con su cumplimiento.

San Martín manejó dos instrumentos efectivos para concretar la empresa independizadora: “las sociedades secretas” y “la estrategia militar”; una vía política y la otra bélica.

Lautaro: Significaba en secreto dentro de la logia: expedición a Chile y Perú. Sus integrantes fueron creando logias en otras ciudades que se encontraban en el recorrido de la expedición; como ser, Córdoba, Mendoza, Santiago de Chile.

Aparecen otras logias lautarinas: La Logia Argentina de Tucumán, fundada por Manuel Belgrano; o la Logia del Ejercito de los Andes, por José de San Martín.

La historia, a través de la documentación y la investigación, han ratificado que las logias lautarinas de Cádiz, Buenos Aires, Mendoza y Santiago de Chile, entre otras, eran sociedades secretas americanas con el objetivo político definido de cambiar el estado absolutista por un estado liberal independiente. Su filiación no era masónica, ni lo fueron sus integrantes.

Dice el Dr. Ferrer Benimelli prestigioso investigador español y Presidente del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española:

“Hay otro aspecto muy importante que enlaza con la independencia de Latinoamérica, y con que si uno está luchando por la libertad individual, lógicamente que va a luchar por la libertad de los pueblos; y si uno está luchando por la defensa de los derechos del hombre, va a luchar también por la defensa de los derechos del pueblo. Nos encontramos entonces con otro de los grandes errores históricos, todavía hoy muy persistentes, que es el no saber diferenciar entre logias masónicas y sociedades patrióticas”. “En un mito tal, ya que San Martín todavía está por demostrar que fue masón. Hasta ahora nadie ha podido demostrar que S. M. Fuera masón, no existen documentos probatorios; la ausencia de documentos no quiere decir que no, pero no se puede demostrar que lo fuera”. “Las logias Lautaro nunca fueron sociedades masónicas, lo que sucede es que de la masonería adoptaron la terminología y la organización, ya que era una forma clandestina de poder extenderse y actuar”. En esa época ser libre pensador era casi incompatible con la fe católica, y entonces el fervor religioso del prócer también fue puesto en tela de juicio. El Dr. Horacio Bauer, abogado argentino, y conocedor del tema, también comenta al respecto: “No se hace ningún comentario del fervor religioso de San Martín durante su vida y de cómo no tuvo problema de romper con cuanto logista o sociedad secreta fuera la que se oponía a su causa. Tomaron los medios y las formas masónicas al servicio de una causa”. Domingo F. Sarmiento, reconocido masón, niega la índole masónica de las logias lautarinas, y confirma se sentido político. En 1857 escribe: “El levantamiento de los criollos requería prudencia, sigilo y combinación en todos los puntos de la América española, y cosa natural, aunque sorprendente, en España se urdió la trama de la tela de los grandes acontecimientos que muy luego se realizaron en América. Cuatrocientos hispanoamericanos diseminados en la península, en los colegios, el comercio o en los ejércitos, se entendieron desde temprano para formar una sociedad secreta conocida después en América bajo el nombre de Lautaro. Para guardar secreto tan comprometedor, se revistieron de fórmulas, signos, juramentos y grados de las sociedades masónicas, pero no era una masonería, como generalmente se ha creído, ni menos las sociedades masónicas entrometidas en la política colonial”.

Más tarde Bartolomé Mitre, se encarga de confirmar los que Sarmiento ya había expresado. Mitre, Masón, quien además alcanzó el más alto grado en la masonería argentina señalo que las sociedades lautarinas eran políticas y no masónicas; y dice en uno de sus textos:

“ Las sociedades compuestas por americanos, que antes de estallar la revolución se habían generalizado en Europa, revestían todas las formas de las logias masónicas, pero solo tenían de tales los signos, fórmulas, etc. Su objeto era más elevado, no iniciaban en los misterios sino en profesar el dogma republicano, y se hallaban dispuestos a trabajar por la independencia de América”. La opinión de probados y autorizados masones, que pudiendo llevar agua a su molino, hacen pesar por su natural probidad intelectual, la verdad por sobre todo interés societario.

Bernardino Rivadavia, anti masón de joven, en un viaje fue iniciado y perteneció a la logia Estrella Sureña de Buenos Aires; y desde su lugar de poder saboteó la labor de la Logia Lautaro.

La Logia Lautaro se dividió entre los partidarios de San Martín y de Alvear, y terminó por disolverse cuando Alvear intentó utilizar la cofradía con objetivos personales.

San Martín se fue a Europa en 1824.

4· El Combate de San Lorenzo

Así disciplinó a su Regimiento de Granaderos, y ya tenía su arma lista cuando un día recibió la orden de partir hacia la margen derecha del Río Paraná porque se sabía que una escuadrilla realista de once embarcaciones había salido de Montevideo remontando el río en dirección a Rosario.

San Martín marchó inmediatamente con 120 hombres de su tropa, y otros jinetes auxiliares, siguiendo la costa. Salió sigilosamente de la Capital, vestido de paisano, con chambergo y poncho. Partió de allí el 28 de Enero de 1813, cabalgando de noche, más por no ser visto que para evitar el sol del verano. Pasó por Zarate, San Nicolás y Rosario, en donde había un escasa guarnición al mando del uruguayo don Celedonio Escalada quién le dio noticia sobre los movimientos del enemigo. Según Escalada, las embarcaciones enemigas hallábanse ya frente a las altas barrancas de San Lorenzo, pequeño caserío ubicado entre Rosario y Santa Fe. En San Lorenzo había un monasterio de franciscanos, cuya iglesia tenía una torre desde la cual era posible atalayar el campo y el río. Se mandó esconder las provisiones y retirar de la costa hacia el interior todos los ganados. San Martín y su gente habían llegado de noche a San Lorenzo y se acercaron a la posta para remudar los caballos.

Entraron al monasterio por los fondos, cerraron el portón y San Martín subió a la torre para observar con su anteojo al enemigo. A la luz del amanecer descubrió en el río a las embarcaciones, era la mañana del 3 de Febrero, y se conocía que el enemigo pretendía saquear las poblaciones y cortar el comercio con el Paraguay, e intentar un desembarco a esa altura, para luego ensayar un camino por el litoral hacia Buenos Aires.

San Martín vio que los invasores empezaban a desembarcar y que ya trepaban la empinada barranca, distante a unos trescientos metros del convento. Montado en un bayo rabicorto, desenvainó su sable, arengó a la tropa dio el mando del segundo escuadrón al capitán Bermúdez y al tomar para sí el comando del primero, inició personalmente el ataque, diciendo a Bermúdez:

"En el centro de las columnas enemigas nos encontraremos y allí daré a Ud. mis órdenes".

Sonó el clarín de los granaderos y avanzaron. No eran sino 120 hombres, contra más de 300 infantes y marinos que venían hacia el convento al son de pífanos y tambores, con su bandera desplegada. Entre gritos de coraje y las descargas de 4 cañones que traían consigo, comenzó la lucha. San Martín y Zabala, el jefe realista combatían cara a cara cuando una descarga de metralla hiere y luego le da muerte al caballo de San Martín, el cual al caer aprieta la pierna del mismo. Entre una refriega de armas blancas trabada en torno al jefe, este cae herido en el rostro. El bayonetazo de un infante español lo hubiera atravesado si el puntano Baigorria no detiene el golpe, traspasando al español con su lanza. Otro de sus granaderos, el correntino Juan Bautista Cabral, corrió en auxilio de San Martín, quien en plena defensa percibió dos heridas y murió pocas horas después diciendo: "Muero contento, hemos batido al enemigo!".

Cuando el combate hubo terminado, San Martín, magullado, cubierto de polvo, sudoroso, pero fuerte a pesar de la fatiga, se sentó a la sombra de un pino que todavía se conserva en el huerto conventual de San Lorenzo, y escribió el parte de la victoria.

El gobierno de Buenos Aires recibió la noticia de la acción de San Lorenzo con gran regocijo. Este breve combate tenía importancia para el país porque aseguró la paz de los ríos y las provisiones del ejército sitiador de Montevideo que no tardó en caer; conservó el comercio con Paraguay y escarmentó a los invasores, quienes no volvieron a tentar aventuras de ese género sobre la costa argentina. Consolidó, en una palabra, la situación estratégica de Buenos Aires, centro de la naciente revolución.

El combate de San Lorenzo fue el punto de arranque de esa carrera triunfal en que palpita el generoso espíritu sanmartiniano.

5· El Primer Triunvirato y la Asamblea del año XIII

Siete meses después de haber llegado a Buenos Aires, San Martín fue uno de los protagonistas principales de la revolución del 8 de Octubre, que acabó con el primer Triunvirato. El Regimiento de Granaderos a Caballo se formó delante del Cabildo, y con su presencia, presionó para la designación de un nuevo gobierno. Rivadavia fue arrestado y obligado a alejarse de la Capital por su mala actuación en el primer Triunvirato.

Meses después, mientras en San Lorenzo los granaderos salían airosos de su primer enfrentamiento militar, en Buenos Aires había comenzado a sesionar la Asamblea del año XIII, que sancionaría importantes reformas y pondría las bases del futuro estado argentino. La convocatoria de la Asamblea había sido una de las exigencias de San Martín a sus hombres en la revolución del 8 de Octubre.

6· El Gobernador de Cuyo

La victoria de San Lorenzo le dio prestigio a San Martín, quien poco más tarde fue nombrado Comandante en Jefe del Ejército del Norte, que había sido derrotado en Ayohúma. Después de reorganizar sus tropas durante cuatro largos meses, el jefe militar pidió una de las tantas licencias por salud que solicitaría en su carrera. No quería apartarse de su objetivo: cruzar los Andes para derrotar a los realistas en Chile. Desde Córdoba solicitó y le fue concedido el cargo de Gobernador de Cuyo: había dado entonces el primer paso.

Juan Martín de Pueyrredón, quien fue designado Director Supremo por el Congreso, se reunió inmediatamente con San Martín en Córdoba, y allí acordaron que el gobierno central iba a apoyar con recursos materiales el Cruce de los Andes

Pese a que nunca descuidó el objetivo militar de su estancia en Mendoza, San Martín tomó muy en serio su cargo de gobernador y llevó adelante una importante tarea administrativa. Fue muy celosos en el cobro de los impuestos, los que se recaudaban de acuerdo a los bienes de cada propietario y, varias veces, impuso empréstitos forzosos para mejorar las finanzas. Reglamentó el trabajo de los peones en el campo, controló el funcionamiento de las pulperías, ordenó la vacunación masiva contra la viruela, ordenó el servicio de postas para impedir que alguna carta fuera a parar a Chile, y se interesó por la educación apoyando el funcionamiento del colegio de la Santísima Trinidad y fundado un biblioteca.

Mientras tanto, el Diputado al Congreso de Tucumán por Mendoza, Tomás Godoy Cruz, fue permanente destinatario de las cartas del Gobernador, quien lo instaba a que apurase la Declaración de la Independencia; pieza fundamental para la campaña libertadora de los Andes.

Mendoza resultó ser una base ideal de operaciones para San Martín, quien contó con mucha colaboración por parte de sus habitantes. No solo allí se hicieron los uniformes de los soldados, sino que hasta el mineral con que se fabricaron las armas se fundió en las bóvedas de Uspallata.

7· El Catolicismo de San Martín

San Martín creía en Dios, y era hombre de conciencia religiosa.

Lo que se discute es su grado de fervorocidad y autenticidad de su posible fe. Veamos que dice la historia al respecto.


Además de muchísima información encontrada en sus escritos que avalan su condición religiosa.

Entonces, al no poder demostrar la índole masónica, se ha procurado entonces negar su condición de católico, como para dejarlo en tierra de nadie.

Se afirma que el catolicismo de San Martín no es más que una sostenida simulación, que mantuvo en actitudes públicas y privadas, por largos años de su vida. Es decir. Que según esta teoría, todas sus manifestaciones de adhesión al catolicismo no son sino “por razones de estado o conveniencia”.

Con esta penosa suposición se afrenta gravosamente la figura moral, recta, integra del Gral. San Martín reduciéndolo a oportunista y engañoso.

Quienes sin un solo documento probatorio de la condición masónica de S.M. afirman empecinadamente que era masón, son los que frente a documentadas pruebas de su adhesión al catolicismo niegan esta realidad.

8. Diputados que representaban a San Martín en el Congreso de Tucumán

Dice Mitre que San Martín y Belgrano fueron los verdaderos artífices de la independencia.

Los diputados que representaban a San Martín como Gobernador de Cuyo eran: